Una clase magistral de 45 minutos de Arda Güler y dos paradones en el tiempo añadido de Thibaut Courtois bastaron al Real Madrid para seguir la estela del Barcelona, a cuatro puntos de distancia gracias a una primera parte excepcional del centrocampista turco, autor del gol con el que el conjunto blanco se mantiene en la pelea por LaLiga tras superar 1-0 al Getafe.

Güler aprovechó la oportunidad que le brindó Ancelotti. Entre todas las piezas nuevas que aparecieron en el Real Madrid entre una rotación masiva del técnico italiano, el mago otomano sacó el tarro de las esencias para marcar la diferencia. Firmó un acto inicial sublime que coronó con un golazo y, aunque se diluyó en la segunda parte, fue la clave para la supervivencia blanca.

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Con la final de la Copa del Rey en un horizonte muy cercano, Ancelotti arriesgó con seis cambios. Dio descanso a hombres clave como Bellingham o Rodrygo y dio galones a Güler, encargado de organizar el juego del Real Madrid. Todos los balones pasaron por sus botas. Su posición de mediocentro, en ocasiones de ancla entre la defensa y el centro del campo, fue un éxito total. El turco no decepcionó y se marcó una primera parte para enmarcar.

Güler se encargó de abrir el marcador con un gran disparo desde fuera del área, pero con su fútbol de quilates también fue el culpable de las ocasiones que desperdiciaron Fran García y Endrick.

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Endrick pudo sentenciar con un mano a mano ante Soria en el que demostró un egoísmo tremendo: con Güler a su lado para empujar la pelota, decidió intentar una vaselina que adivinó Soria.

El 2-0 habría acabado con el Getafe, que con la mala decisión de Endrick se mantuvo con vida. Sin Camavinga, lesionado al final, con diez jugadores al final sin cambios para el francés, el Getafe rozó el gol con dos intentos de Juanmi y Álvaro que se encontraron con dos paradones salvadores de Courtois. El Getafe no aprovechó sus opciones, el Real Madrid aguantó y gracias a una primera parte excelsa de Güler y a su portero, sigue vivo en una temporada por la que camina sobre un alambre que aún no se ha roto.

EFE